#ElPerúQueQueremos

Manuel Rospigliosi

Publicado: 2011-06-26

"No sé que tenga el destino para mí, pero sé que va a ser bueno"

Malabar toda la vida

Cuando era niño, siempre sonreía al encontrar en los vehículos un sticker de Condorito con la frase "si salió tarde no es culpa del chofer". Me hacía gracia, quizá porque no la entendía. Hoy, debo confesar que desearía nunca haberla entendido, para así evitar que la culpa me impida, en el tono más demoledor posible, decirle al conductor que ni Benavides es Venecia ni su combi una góndola, así que pisa tu acelerador con furia, que otra vez llego tarde. Algo que, con un sencillo cálculo, ya presagiaba al salir de mi casa al soltar mi último tweet de la mañana: "¿Por qué seré tan impuntual?".

Me contesta él mismo el intercomunicador y abre la puerta desde dentro. Al cruzar el umbral lo veo ya al final de los escalones que separan la entrada principal de la de su departamento. Nos damos la mano y pido, por milésima vez en mi vida, disculpas por los quince minutos de retraso. "Tranquilo, no te preocupes. Lo supuse cuando leí tu tweet". Me dice que lo espere un minuto mientras va en busca de sus juguetes, y yo aprovecho para dar rienda suelta a mi mala costumbre de observar con felina curiosidad un sitio nuevo. Miro, a través de su terraza, el cielo gris que me deja pensando en el tiempo que hace que no piso la calle antes de mediodía y vuelvo sobre mis pasos un tanto sorprendido. Baja trayendo consigo dos bolsos y varios aros. La idea es tomar las fotos en el parque a espaldas de su casa, pero le propongo hacer la entrevista dentro de la misma para evitar que el viento (que está un poco pesadito) y el sonido ambiental, me la pongan difícil al momento de transcribir la grabación. Accede y en cuestión de segundos se ocupa de insonorizar la sala. Cierra mamparas, junta puertas y pide a quienes trabajan en la cocina que prescindan de la licuadora por unos instantes. Innato perfeccionismo derivado de un cerebro que, por inquieto, está en todas.

Chico Twitter

Hi5, los chats e incluso Msn empiezan a pasar de moda. ¿Conservas alguno de ellos?

Alguna vez usé Latinchat, también tuve Hi5, no lo niego, pero dejó de llamarme la atención cuando permitió que se personalizaran los fondos de cada perfil. Siendo franco algunos daban calambre al ojo. Ya no entro a Msn muy seguido, pero creo que mucha gente lo ha cambiado por el chat de Facebook que, curiosamente, tampoco suelo usar. Algunas personas me dicen "oye, tú no entras a Facebook, porque nunca te veo conectado", pero  una cosa no tiene nada que ver con la otra. Twitter es, en realidad, la red que mantengo más activa.

¿Cómo llegaste a Twitter?

En 2009, cuando muchos medios de comunicación empezaron a prestarle mayor atención. En un inicio a mucha gente no le cuadró la onda de los mensajes tan cortos, que era lo novedoso de la propuesta. A mí me pareció genial porque entendí el propósito, así que no dudé y abrí mi cuenta. Al principio no lo usaba tanto como ahora porque me obligaba a estar frente a una computadora, pero desde mi primer Ipod ya no paro. Con un dispositivo móvil te resulta más natural.

¿Eres de los que está al tanto de lo último en tecnología?

No mucho. Yo me considero un semi-geek. Me gusta mucho toda la tecnología de Apple y estoy pendiente de algunas cosillas que pueden llamarme la atención, pero no soy el más actualizado tampoco.

Siguiendo con las redes, ¿nunca has pensado en abrir un blog?

Sí, claro. De hecho me creé uno en Tumblr a inicios de este año. De momento sólo tengo un post, pero me muero de ganas por escribir otro y hacerlo más seguido. Me gusta escribir y compartir lo que pienso, y un blog es un medio perfecto para hacerlo.

Se dice que las redes se han convertido en una plataforma para que gente tímida pueda desinhibirse y mostrarse, en muchos casos, diferente a como son en realidad. ¿Crees que es así?

Hay algo que te da el trato personal que no te da el contacto virtual, que es la posibilidad de mirar a los ojos. Cuando hablas con alguien frente a frente la mirada puede decirte mucho. Hay gente que quizá no se siente muy segura de sí misma y detrás de una pantalla tienen más tiempo para pensar en lo que van a decir y así no quedar mal por temor al ridículo. Eso puede ser entendible hasta cierto punto, pero el mostrarse totalmente diferente a como se es en realidad se convierte en algo más serio, porque supone no sólo mentirle a los demás sino también mentirse a uno mismo.

¿Pero no crees que es válida la posibilidad de crearse un personaje en las redes?

Hay una chica que se hace llamar "la discriminada", y lo que hace a través de su blog y su cuenta en Twitter es concienciar e informar más sobre el trato que recibe la gente que padece de epilepsia. Eso me parece bacán porque tiene un fin. Crearse un mundo paralelo sólo por huir del real no me parece interesante. Pero al fin y al cabo cada quien es libre de utilizar las redes como mejor le parezca, eso sí, siempre y cuando no le haga daño a nadie. Si es así, todo bien.

¿Qué es lo mejor que te da las redes?

En el caso de Twitter, sin duda, la posibilidad de enterarte de las noticias al instante. En Chile, por ejemplo, se volvió muy popular y fue de mucha utilidad a raíz del terremoto. Gracias a algunos twitteros se pudieron rescatar a muchas personas porque podían dar la ubicación exacta y pedir ayuda, y los mismos medios se apoyaban en la información que recibían a través de tweets. Por otro lado, en mi caso, sirve también para la promoción personal. He conseguido chambas muy buenas por Twitter, una posibilidad que gente de otra generación no ha tenido. También creo que Facebook ha contribuido en parte al mundo de la publicidad. Es decir, una red en la que se sabe que está registrado medio planeta, puede brindarte información valiosísima sobre sus gustos e intereses, eso es alucinante. Hay cosas mucho más interesantes para las que pueden servir las redes que escribirle a Alejandro Sanz: "eres mi ídolo, te amo" (risas)

Si aparece una nueva red social y se pone de moda, ¿te apuntas?

Pues, entro y a ver qué onda. Depende. Soy un chico curioso.

MalabaREDs

A fines de 2006, en la feria El Trigal, Manuel se rompía la cabeza (y de paso la de su enamorada de aquella época) tratando de decidir qué deseaba de regalo de navidad.  Luego de recorrer todo el recinto, sin que algo lo entusiasmara, tres bolas de malabarismo terminaron por seducirlo. Siempre había disfrutado toda actividad que implicara agilidad, así que probar con los malabares podía resultar divertido. Lo hizo sin pensar que ese sería el punto de inicio que lo llevaría a descubrir su verdadera vocación. De manera autodidacta, con ayuda de algunos videos subidos a youtube de algunos de los mejores malabaristas del mundo, fue perfeccionando la noción que tenía  hasta transformarla en técnica, lo que le dio la confianza necesaria para mostrarlo a los demás. Empezó a inmiscuirse en la movida malabarista limeña y conoció gente de la que siguió aprendiendo, y con quienes, incluso, emprendió uno que otro proyecto. Una tarde, a inicios de 2008, debía encontrarse con dos amigos para coordinar detalles de uno nuevo. Lo que nunca imaginó es que el tema central de la reunión sería el inesperado anuncio de uno de ellos: dejarlo todo -incluida una carrera a sólo un ciclo de concluir- para ser sacerdote. "Cuando lo escuché decirnos eso me quedé frío. Me pasó de vueltas. Un tipo capazo, con su propia tienda de malabares y a punto de graduarse. No podía creerlo." Estuvieron horas en un café de Larco charlando al respecto. Su amigo hablaba de sus nuevos planes con tal entusiasmo, que la sorpresa del inicio terminó desapareciendo. Hoy recuerda aquella plática como una de las mejores que ha tenido en su vida y la que marcó un punto de quiebre en ella. El chico que eligió por descarte tres bolas de malabarismo un año antes, salió de aquel café con una decisión clara: ser malabarista profesional.

Entonces, ¿dejaste tus estudios de economía por los malabares?

Yo no lo diría así. La conversación que tuve con aquel amigo me hizo entender muchas cosas, como que la vida es una y hay que sacarle el jugo. Si vas a pasar el resto de tus días haciendo algo, por lo menos que sea algo que te apasione. Y yo no me veía en terno o en una oficina. La economía la veo como una ciencia social del dinero, y me gustaba desde el colegio al igual que la psicología, pero era una cosa que sólo me despertaba interés, no pasión.

¿No te apasionaba hacer un trabajo de la universidad?

Bueno, no creo que un estudiante, sea de la carrera que sea y por más que te guste, regrese a su casa con una sonrisota exclamando "¡Qué chévere, me han dejado un trabajo en la universidad!" (risas)

¿Fue fácil contárselo a tus papás?

De hecho que al principio les chocó. Les preocupaba mi futuro en el sentido de que no lo veían como algo rentable, o sea, ¡¿de qué vive un malabarista?!. Mi papá siempre trataba de insistir en que me decidiera por una carrera "normal". Me decía "¿por qué no medicina? ¿por qué no derecho?, ya, por último, ciencias de la comunicación". (risas) Pero creo que con el tiempo les he podido demostrar que si te tomas en serio lo que haces, puedes emprender bien tu propio camino con lo que has decidido. Mi mamá ahora se lo cuenta orgullosísima a sus amigas y eso me emociona mucho.

¿Regresarías a la universidad más adelante?

No lo sé. Pero si decido estudiar algo será simplemente para saber más, saciar mi interés, para nutrirme. A mí me encanta aprender nuevas cosas, pero lo que realmente amo es ser malabarista y es a lo que pienso dedicarme hasta el día que me muera.

Empiezo a curiosear con sus juguetes mientras alivia mi ignorancia malabarística. Me entero así que el malabarismo tiene dos ramas, artística y deportiva. Que es preferible entrenar en un lugar cerrado y con un techo bastante alto para mayor comodidad. Que las bolas también puedo llamarlas pelotas pero que ni se me ocurra decirle pinos o palitroques a esas cosas que parecen botellitas, cuya denominación real es clavas. "Es como que fueras tenista y a las raquetas le dicen, no sé, baquetas". Me queda más que claro. Me sorprendo cuando me cuenta que los movimientos en el malabarismo pueden graficarse en números, así como la música en notas sobre una partitura. Me quedo un poco boquiabierto cuando trata de que entienda -sin éxito- lo que es un 7-4-4 ó un 3-6-3, pero mi mandíbula cae aún más al ver demostraciones que realiza en el acto con un esfuerzo mínimo o cuando toma en sus manos su bola de contact, una esfera transparente que parece levitar entre sus dedos y que resulta un verdadero goce para la vista. Me cuenta entusiasmado que en unas semanas le enviarán desde Londres un juego de bolas de rebote y, antes de soltar un quisquidizqui, me explica que sirven para hacer contra el suelo lo mismo que se hace en el aire con las bolas comunes. Me juro a mí mismo que eso tengo que verlo, aunque él me propone que sería mejor si lo intento. Y es que Manuel es un convencido que todos podemos aprender a malabarear, y ese convencimiento respalda el taller que está dictando desde hace unas semanas en la Casa Cultural Mocha Graña de Barranco, algo que lo entusiasma a sobremanera y que supone el primer peldaño de lo que significa su verdadero sueño: tener su propia escuela de malabares.

¿Qué tal la experiencia de enseñar?

Alucinante, es lo que más me gusta. Si bien no es la primera vez que enseño, porque ya he dictado talleres en la Católica y he dado clases particulares, este taller es muy especial porque estoy revisando hasta el mínimo detalle, además de tener a unos alumnos geniales que le están poniendo muchas ganas.

Pero ¿no hay que tener algo de talento?, me resisto a creer que todos puedan hacerlo

Definitivamente cada quien tiene su propio proceso. Hay gente que lo hace al toque, hay gente que se demora más, pero por experiencia propia estoy convencido de que todos pueden hacerlo. Es increíble como enseñando te das cuenta que mucha gente desconfía de sus propias habilidades. Se trata sólo de creer que se puede, el resto es tiempo.

Y hablando de tiempo, ¿te has puesto un tiempo límite para abrir tu propia escuela?

No, no me gusta. Mi meta es llegar a abrirla y la idea es sacarme la mugre para que todo en el universo se ordene para que eso suceda. Y va a suceder en el tiempo que deba suceder.

Pareces ser alguien que vive muy al día

Me pongo metas a corto plazo, pero no me gusta, por ejemplo, decir "a los 30 años voy a hacer esto o aquello". No sé que tenga el destino preparado para mí, pero sé que va a ser bueno. Confío en eso.

¿Qué piensas de los malabaristas que semaforean?

Particularmente a mí no me afana. Siento que la gente que te ve no está ahí porque quiere verte realmente, sino porque el semáforo los obliga a hacerlo. Me entusiasma más los shows callejeros, que es algo que se da mucho en Europa o incluso en Argentina, que consiste en pararte en medio de una plaza con tu amplificador y tu batería, y hacer ahí mismo tu espectáculo. Eso requiere un montón de cancha, porque tienes que hacer tú mismo que la gente llegue y se quede. Conozco amigos que han estado en Europa y han sacado buena plata haciéndolo. Me parece súper bacán, arte puro. Creo que me animaría más a hacer eso que semaforear.

Manuel Rospigliosi Leo tiene 23 años.  Tiene tres hermanas, una mayor y dos más pequeñas. Adora a las tres pero confiesa tener cierta debilidad por Fiorella, de 21 años, a quien llama cariñosamente la bebé y que regresa de la universidad mientras realizamos la entrevista. Sus padres se separaron cuando tenía cinco años y hoy son buenos amigos. El hecho de ser el único varón no le ha traído privilegios, por el contrario, lo han mantenido al margen de todo porque "hay cosas que no entiende". Se mata de risa cuando lo comenta. La hiperactividad en él alcanza el grado de vicio. De pequeño, cuando lo llevaban a la playa, ni bien tenía puesta su ropa de baño corría hasta la orilla y se ponía a dar brincos sin sentido. Estudió primaria en el Humboldt y la secundaria en los Reyes Rojos de Barranco. Confiesa guardar muy buenos recuerdos de este último y agradece el haber salido con un buen nivel de inglés de él, además de haber cuajado su fascinación por la ortografía. Estudió economía en la Universidad de Piura y formó parte del tercio superior hasta que decidió dejarla por las razones expuestas más arriba. Descarta retomar la carrera algún día. Le llama la atención todo lo que tenga que ver con la mente. El primer comercial que hizo fue a los cinco años para promocionar medias Nubeluz. Daría todo por volver a verlo. A la fecha ha perdido la cuenta de cuántos comerciales ha hecho. Le gusta hacerlos porque al fin y al cabo es chamba y le dan la oportunidad de establecer contactos y, claro, "conocer chicas lindas". Le atraen las mujeres seguras y con carácter fuerte. Le gusta la ropa e invertir en ella. Acaba de participar en el primer videoclip de la cantante Sandra Muente que será programado en MTV próximamente. Le encanta patinar y suele hacerlo seguido por el malecón de Miraflores. Practica ballet y considera que la danza le brinda conciencia corporal. No entiende el prejuicio que existe alrededor del hecho que un hombre haga ballet. No entiende el prejuicio en sí. Detesta la mentira. Cree que puede llegar a ser muy terco algunas veces, cosa que dice haber heredado de su padre junto con la pasión por la música, que siente es lo que más le une a él. Escucha de todo, pero encabezan sus preferencias Pink Floyd, The Beatles y Radiohead. No fuma, no toma, pero -ojo- sí baila pegadito. Considera que tiene carácter fuerte pero confiesa tener puntos débiles que lo pueden llevar a quebrarse. Confiesa ser un tipo sentimental, romántico y al que "le gusta mucho el amor". Tal cual. No cree en la suerte pero sí en el destino. Se considera un tipo espiritual y no profesa ninguna religión. Se quiere mucho.

Tienes fama de tener el ego algo elevado

Yo reconozco ser ególatra pero no egocéntrico, que es quien cree que todo gira alrededor suyo. El ególatra, sin embargo, es alguien que simplemente se ama a sí mismo y yo a eso no le encuentro lo malo. Hay mucha gente que cree que porque a veces hablo sobre una chamba, algo bueno que me pasa o porque a veces corrijo una falla ortográfica, me alucino lo máximo. Un problema de las redes es que no sabes en que tono te dicen las cosas. Si corrijo a alguien es en la mejor onda. Me gusta transmitir algo que sé, pero soy consciente que aún me queda mucho por aprender.

¿Te importa lo que la gente diga de ti?

Claro que me importa, ¿a quién no?, pero una cosa es que me importe y otra que me afecte.

¿Cómo es Lima para ti?

Como a la mayoría me molesta el tráfico. Y la gente no es del todo sincera, es muy parametrada o prejuiciosa, eso te decepciona de la misma ciudad. Pero, por otro lado, no deja de ser un lugar paja porque tienes, a mi juicio, un montón de lugares distintos y eso te permite vivir cada día una experiencia nueva. Prefiero quedarme con eso.

Recoge sus cosas y salimos en dirección al parque. Me doy cuenta que las fotos a mi entrevistada anterior también fueron en uno y me hago la firme promesa de ser más original la próxima vez. Al salir mira hacia arriba y me comenta que en realidad este edificio se construyó sobre la casa de su abuelo.  Lo mira con ojos de nieto orgulloso, como si todavía alucinara con la idea. Tiene la mirada rápida y eso me hace deducir que su cerebro no para de moverse y por tanto no deja de pensar. Al llegar ordena todo en el suelo buscando la perfección. Pienso que debe ser lo único que ordena con ahínco, porque minutos antes me había confesado que, a diferencia del de su hermana, su cuarto puede llegar a ser un loco. Un loco como él quizás, que es con la impresión final que me quedo de este muchacho. Porque sólo un loco puede tomar los riesgos que él ha tomado. Porque sólo un loco te analiza mientras conversa contigo y te suelta frases que encierran un diagnóstico que, sorprendentemente, puede resultar bastante acertado. Sólo los locos -y yo he conocido un buen número- son capaces de transmitir buena onda en cada palabra, en cada movimiento, en cada malabar. Es eso, eso es. Un loco feliz.


Escrito por

Ginno

Casi periodista.


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